Si es primera vez que nos lee, debe saber que los P.A.I.P.Es forman parte de una sección especial. Mire acá de qué se trata.
El polémico informe de Greenpeace ha revivido un tema importante en términos sociales y científicos: las floraciones algales nocivas (FAN) o mareas rojas.
Esto nos da una buena oportunidad para romper algunos mitos que usted probablemente ha escuchado estos últimos meses.
Estos son tres ganadores del P.A.I.P.E. sobre este fenómeno tan recurrente en nuestras costas.
Nota: Puede hacer click en cada referencia usada para acceder a ella.
1. Las mareas rojas no afectan a la fauna marina
Usted debe haber escuchado esto más de una vez y quizá incluso lo repitió. No es extraño que mucha gente haya pensado que esto era correcto, pues las mareas rojas usualmente son mucho menos dañinas. Sin embargo, la marea roja que afectó recientemente a Chiloé fue algo tremendo.
La presencia de marea roja no es algo nuevo en la zona, ni menos en Chile, por lo que los hombres del mar están acostumbrados a lidiar con estas. Pero esta vez, el nivel de daño fue algo sin precedentes.
La respuesta es un categórico «no».
Partamos por lo obvio.
Aves y mamíferos sufren tanto como nosotros con estos «blooms». Hay numerosos registros de mortandades masivas de aves, lobos marinos, focas, ballenas (Bargu et al. 2010, Bargu et al. 2011, Scholin et al. 2000, Wilson et al. 2016, Landsberg 2002, entre otros), ya sea por contacto directo o por consumo de organismos contaminados.
En el caso de los invertebrados, particularmente aquellos filtradores, si bien los efectos son, en general, subletales e incluso imperceptibles, se pueden encontrar registros de disminución en el crecimiento, disminución en la tasa de fecundidad, pérdida de capacidad de movimiento, disminución en la tasa de alimentación, entre otros (ver Lansberg 2002). De hecho, durante la pasada crisis, el 90% de la machas varadas volvieron al mar luego de unos días, y otro porcentaje presentaba movimientos erráticos como si estuvieran paralizadas. Algo nuevo probablemente, pues estos organismos nunca habían estado sometidos a un nivel tan alto de toxicidad.
En general, estos animales tienen conductas de escape ante la proliferación de microalgas y dinoflagelados tóxicos, ya que a pesar de que pueden tolerar bastante bien la acumulación de este tipo de toxinas, intentan evitarlas. En este caso, la extensión de la marea roja fue tan grande que no tuvieron escapatoria.
En el siguiente link encontrará una tabla que resume los principales efectos de las toxinas en animales marinos:
2. Estos organismos necesitan nutrientes y esos no los trae ni el cambio climático ni El Niño
El biólogo Hector Kol (o al menos ese pseudónimo usa para difundir su investigación) se paseó por diversos medios con ese discurso, el cual fue replicado por mucha gente que confió en el dominio teórico del experto. El punto parecía válido: intentaba darle soporte a la hipótesis de que la responsabilidad de esta crisis recaía exclusivamente en la industria salmonera, quien era la que provocaba este superávit de nutrientes en el medio (fenómeno conocido como «eutrofización»). Si bien la literatura al respecto no es tan amplia, existen registros sobre una relación causal entre el afloramiento de algunas microalgas tóxicas y la cantidad de nutrientes aportados por los desechos de esta industria.
De hecho, Alejandro Buschmann, miembro del comité de científicos de la academia de ciencias que está estudiando este fenómeno en la zona, publicó una de las revisiones más importantes al respecto (Buschmann et al. 2006)
Buschmann et al. 2006
Pero la crisis chilota responde a algo mucho más complejo y sugerir que el cambio climático o El Niño no explican el alza de nutrientes es un error teórico grave. El desplazamiento de aguas ecuatoriales subsuperficiales por efecto de El Niño, conocidas como «Corriente de Gunther», es caracterizada por una baja salinidad, temperaturas sobre los 22ºC, contenido de oxígeno muy bajo y una alta cantidad de nutrientes. Un ciclo de El Niño tan intenso como este, sumado a condiciones climáticas específicas a este año (verano seco, anticiclón fortalecido hacia el sur, vientos dirección sur, etc.) produjeron surgencias costeras inusuales, es decir, ascendencia de aguas profundas ricas en nutrientes a la superficie. Esto generó las condiciones propicias para los afloramientos de este tipo de organismos tóxicos.
Entre las aguas de origen Ecuatorial y las surgencias costeras hay dos vías de altos nutrientes que podrían ser mucho más importantes en términos espaciales que las que podría aportar a nivel local la eutrofización.
Entonces, ¿es cierto que El Niño es factor irrelevante en el alza de nutrientes? No.
3. La marea roja es un fenómeno poco natural
El concepto de que algo es «poco natural» o «antinatura» es bastante usado como recurso argumentativo. Que algo sea «poco natural» significaría que son las acciones humanas las que explican la ocurrencia del fenómeno; en el caso de comportamientos, se supone que una conducta «poco natural» o «no natural» no se presentaría en animales distintos al ser humano.
Este argumento fue muy utilizado, incluso por las autoridades parlamentarias. Pero, ¿podemos hablar de que las mareas rojas son poco naturales?
Probablemente, el primer registro sobre mareas rojas viene del antiguo testamento (Éxodo 7:20-21) en donde «el agua del río se tiñó de sangre. Los peces del río murieron y el agua estaba tan contaminada que lo egipcios no podían beberla». Esto sugiere que al parecer el ser humano viene percibiendo los efectos de estos pequeños organismos desde hace bastante tiempo.
En este contexto, uno de los géneros de protozoos más nocivos para la salud animal (incluyendo humanos) es «Alexandrium»: un pequeño, pero resistente, dinoflagelado del que usted probablemente escuchó muchas veces este año, pues es uno de los responsables de las mareas rojas.
Entonces, ¿desde cuándo Alexandrium causa estragos en las costas del mundo? Es difícil estimarlo de forma exacta, pues organismos como estos no dejan registro fósil. Pero basado en investigaciones a nivel molecular y estimaciones taxonómicas, podría sugerirse que este género como tal lleva al menos 10 millones de años habitando las costas del mundo (Taylor 1984, Taylor 1987, Scholin et al. 1995).
Entonces, tomando como referencia a Alexandrium: ¿es una marea roja un fenómeno poco natural?
Porque, en ese caso, sería un fenómeno «poco natural» que lleva ocurriendo desde hace al menos 10 millones de años.
Scholin et al. 1995