Si es primera vez que nos lee, debe saber que los P.A.I.P.Es forman parte de una sección especial. Mire acá de qué se trata.
Invitado especial: Alexis Rebdo.
Piense en la última vez que se enfermó del estómago. ¿A qué le echó la culpa?
Quizás ingirió alimentos en mal estado, o mal preparados. Quizás comió en exceso o hizo combinaciones indebidas (muchas grasas calientes y luego un helado).
Seguramente pensó: «nunca más ceviche en verano» o «esa sopaipilla con ají del carrito de la calle me cayó fatal» o incluso «alguien en mi familia me envenenó».
O quizás dijo algo como «El problema es la comida: a partir de mañana dejaré de comer y beber. Total, ¡hay gente que vive alimentándose sólo de luz!». Entonces habría argumentado que es la malvada industria de los alimentos la que nos hace creer que la comida es necesaria, que es todo un sistema que quiere envenenarnos y quitarnos dinero con papas fritas, helados, cereales, lechugas y frutas frescas, cuando tener un poco de sol y aire limpio bastaría para vivir…
¿No? ¿No pensó eso?
¿Entonces por qué habría pensado hacer algo parecido luego de que los medicamentos no le quitaran la gripe y decidiera recurrir a ciertas hierbitas «ancestrales»?
La receta natural
Mucha gente recurre a la «medicina alternativa» como haciéndole un desaire a la medicina occidental moderna. Muchas veces argumentan que está mal regulada y que sólo existe para lucrar a costa de los enfermos. Esto se ha transformado en una premisa con cierto respaldo político: se considera que la «ciencia oficial» no es más que un instrumento del capital para mantenernos intoxicados, doblegar nuestra voluntad y robarnos nuestro dinero para enriquecer sus envilecidas arcas (?).
Su propuesta es que las instituciones públicas de salud incorporen estas «alternativas» en su oferta, porque sólo traería beneficios a la salud y porque romperían «el nefasto negocio» de los medicamentos convencionales.
La opción se autodenomina «natural», apelando con dicha etiqueta a una supuesta inocuidad y a una disponibilidad que se salta el mercado… pues porque es natural y crece del suelo, o en los árboles. Algunos apoyan fervientemente su adhesión a estos «remedios naturales» dando el ejemplo de las tribus y culturas indígenas. Según se dice, estas culturas gozan de una increíble salud gracias a sus recetas en base a hierbas, las que han utilizado por siglos (ni hablar de los chinos, que lo han hecho por milenios).
¿Qué tienen de cierto estas afirmaciones sobre las hierbas medicinales? Vamos a revisar algunas de las más comunes.
1.- Las hierbas medicinales son inocuas.
En realidad, la inocuidad es una de las primeras cosas que hay que descartar.
Los preparados vegetales contienen muchos compuestos bioactivos que son potencialmente perjudiciales. De hecho, existe un número creciente de informes que reportan efectos adversos graves en el hígado (hepatitis aguda y crónica, insuficiencia hepática fulminante y posiblemente tumores hepáticos) (1).
Ni hablar de darles estos preparados en base a hierbas a bebés y niños, ya que pueden ser más susceptibles a algunos de los efectos adversos y a la toxicidad de estos preparados. Esto debido a las diferencias en su fisiología, la inmadurez de sus sistemas metabólicos y a las dificultades para controlar la dosis por peso corporal.
2.- Las «hierbas medicinales» se pueden tomar como complemento a las terapias convencionales.
No, no es en absoluto recomendable.
El uso concomitante de estos preparados en base a hierbas puede imitar, magnificar, u oponerse a los efectos de las drogas prescritas a los pacientes. Varios conllevan el riesgo de efectos potenciales de coagulación (2): así ocurre en la interacción del Gingko biloba con la aspirina y warfarina, o en el síndrome serotoninérgico en los pacientes que mezclan la hierba de San Juan con inhibidores de la recaptación de serotonina.
De hecho, la hierba de San Juan, que es ampliamente recomendada para tratar la depresión, puede ser peligrosa si se combina con muchos otros remedios. En base a datos recogidos en el período 1993-2010 (3) se encontró que el uso combinado de medicamentos con dicha hierba fue potencialmente dañina en el 28% de los casos examinados.
Otro dato a tomar en cuenta: la hierba de San Juan reduce la eficacia de los anticonceptivos hormonales (4), por lo que si usted no quiere quedar embarazada, le aconsejamos evitar esa «inocua» hierba.
3.- Algunas hierbas, frutas y plantas curan el cáncer
No hay ninguna evidencia sólida que avale tal afirmación. Además, como ya se ha señalado, su consumo puede ser perjudicial si se combina con los tratamientos convencionales.
Una planta que estuvo de moda hace un tiempo y a la que le han atribuido estas propiedades es el kalanchoe. Sin embargo, su relación con el tratamiento del cáncer es más bien tangencial y antojadiza. Y, peor aún, el consumo prolongado de preparados en base al kalanchoe tiene efectos inmunosupresores, puede desembocar en hipotiroidismo y bocio además de provocar reacciones alérgicas.
Claro que el kalanchoe no es el único vegetal al que, de cuando en cuando, le otorgan poderes milagrosos. Se ha hablado de la guanábana, la garcinia kola, la artemisia annua y hasta del limón congelado. Sin embargo, hay que tener en cuenta un argumento muy simple: si curar el cáncer fuese tan sencillo como producir extractos de ciertos vegetales, ¿cómo es que ninguna pequeña empresa farmacéutica, ansiosa por entrar a las grandes ligas y hacerse híper millonaria, no ha patentado un medicamento a partir de esto? ¿Ni siquiera en China, un país que sería feliz si se adelantara en esto a Estados Unidos?
4.- La aromaterapia y las flores de Bach sirven para múltiples dolencias y son inofensivas.
¿Sirven?. No.
Pero ¿son inofensivas, cierto?. No.
En un paper publicado en 2010 bajo el título «Bach flower remedies: a systematic review of randomised clinical trials» (7) se evalúa críticamente la evidencia de apoyo de dicha terapia. Se realizó una revisión de cinco bases de datos de estudios, sin restricción temporal ni de idioma, incluyendo todos los ensayos clínicos de remedios florales.
¿Conclusión?
Ninguno de los ensayos controlados con placebo demostró su eficacia. De hecho, los ensayos clínicos más fiables no mostraron diferencias entre los remedios florales y los placebos.
La supuesta validez terapéutica de la flores de Bach en niños con hiperactividad y déficit atencional (TDAH) tampoco es tal. Al ser evaluadas en un estudio controlado por doble ciego (8), no tuvieron ningún efecto estadísticamente significativo en comparación con el placebo.
La aromaterapia tampoco lo hace mejor. Cuando se examinó (9) en distintos grupos los efectos del masaje coadyuvante de la aromaterapia en el estado de ánimo, la calidad de vida y los síntomas físicos en pacientes con cáncer que asistían a una unidad especializada, no hubo diferencias estadísticamente significativas entre los grupos en ninguna de las medidas estudiadas.
De hecho, tampoco es inofensiva. Al examinar su seguridad (10), evaluando todos los datos publicados sobre ésta, se encontraron 71 pacientes que habían experimentado efectos adversos después de la aromaterapia que iban de leves a graves, incluyendo una víctima fatal.
El efecto adverso más frecuente fue la dermatitis. Lavanda, menta, aceite de árbol de té e ylang-ylang eran los aceites esenciales más comunes responsables de los efectos adversos. Se llegó a la conclusión de que la aromaterapia tiene el potencial de causar efectos adversos, algunos de los cuales son serios.
5.- Hay ensayos clínicos donde sí se ha probado su eficacia.
Desafortunadamente, la literatura que suele citarse para estos casos adolece de rigurosidad metodológica. Biológicamente, los tratamientos plausibles deben avanzar a ensayos clínicos aleatorios sólo cuando hay pruebas preclínicas suficientes para justificar el esfuerzo, tiempo y dinero, así como el uso de sujetos humanos (11).
Por ejemplo, en una revisión sobre aromaterapia (12) se examinaron siete bases de datos desde su inicio hasta abril de 2014. Sólo cinco ensayos aleatorios cumplieron con los criterios metodológicos, pues el resto tenía un alto sesgo. Los autores llegaron a la conclusión de que existe evidencia limitada y que el número, el tamaño y la calidad de los estudios son demasiado bajos para sacar conclusiones firmes.
6.- Son productos que no están en la lógica mercantil de las farmacias.
Basta observar la gran cantidad de productos «naturales» que se venden en tiendas especializadas y en las mismas farmacias para darse cuenta de que funcionan bajo la misma lógica.
Sólo en Estados Unidos, la medicina «alternativa» es un negocio que ya en 2013 movía 34 mil millones de dólares al año. Y, por supuesto, un negocio que mueve tanto dinero tiene un tremendo poder de lobby e influencia en los medios de comunicación.
«Ah, pero yo cultivo mis propias plantas medicinales o le compro al chamán que se pone en las ferias artesanales». ¿Pero eso hace de esos preparados algo más efectivo o menos peligroso? Como hemos visto, la respuesta es no.
Referencias
1. Langmead L, Rampton DS. Review article: herbal treatment in gastrointestinal and liver disease-benefits and dangers. Alimentary Pharmacology and Therapeutics. 27 de septiembre de 2001;15(9):1239–52.
2. Fugh-Berman A. Herb-drug interactions. The Lancet. enero de 2000;355(9198):134–8.
3. Davis SA, Feldman SR, Taylor SL. Use of St. John’s Wort in Potentially Dangerous Combinations. The Journal of Alternative and Complementary Medicine. julio de 2014;20(7):578–9.
4. Medicines and Healthcare products Regulatory Agency. St John’s wort: interaction with hormonal contraceptives, including implants [Internet]. Drug Safety Update. 2014. Disponible en: https://www.gov.uk/drug-safety-update/st-john-s-wort-interaction-with-hormonal-contraceptives-including-implants
5. Álvaro Bayón, Fernando Frías. ¿Cura el cáncer el Kalanchoe? [Internet]. Naukas. 2016. Disponible en: http://naukas.com/2016/01/21/cura-cancer-kalanchoe/
6. Álvaro Bayón. La ciencia y el humo tras las plantas medicinales [Internet]. Naukas. 2015. Disponible en: http://naukas.com/2015/09/22/la-ciencia-humo-tras-las-plantas-medicinales/
7. Ernst E. Bach flower remedies: a systematic review of randomised clinical trials. Swiss Medical Weekly [Internet]. 24 de agosto de 2010 [citado 14 de marzo de 2017]; Disponible en: http://doi.emh.ch/smw.2010.13079
8. Pintov S, Hochmana M, Livneb A, Heymanb E, Lahat E. Bach flower remedies used for attention deficit hyperactivity disorder in children—A prospective double blind controlled study. European Journal of Paediatric Neurology. noviembre de 2005;9(6):395–8.
9. Wilcock A, Manderson C, Weller R, Walker G, Carr D, Carey A-M, et al. Does aromatherapy massage benefit patients with cancer attending a specialist palliative care day centre? Palliative Medicine. 1 de mayo de 2004;18(4):287–90.
10. Paul P, Amani A, Edzard E. Adverse effects of aromatherapy: A systematic review of case reports and case series. International Journal of Risk & Safety in Medicine. 2012;(3):147–161.
11. Gorski DH, Novella SP. Clinical trials of integrative medicine: testing whether magic works? Trends in Molecular Medicine. septiembre de 2014;20(9):473–6.
12. Hur M-H, Song J-A, Lee J, Lee MS. Aromatherapy for stress reduction in healthy adults: a systematic review and meta-analysis of randomized clinical trials. Maturitas. diciembre de 2014;79(4):362–9.