Este fin de semana, exactamente a las 00:00 hrs. del domingo 12 de agosto del 2017 en Chile continental, los relojes deberán adelantarse una hora. Sí, el carrete de este fin de semana tendrá que durar una hora menos, a menos que usted viva en la República Independiente de Magallanes, donde se mantuvo el llamado «horario de verano» durante los meses de invierno.
Y es que en menos de diez años las reglas de cambio al horario de verano se han modificado tres veces, algo a lo que nos están acostumbrando (lamentablemente) los últimos gobiernos. Además, desde el año 2017 Chile cuenta durante el periodo de invierno, con tres husos horarios distintos.
El uso de la palabra huso se puede prestar para confusión. Luego de su chascarro, el actor se convirtió en embajador del huso horario de Magallanes (ahora esperamos su nominación al Óscar por su actuación).
Cada vez que se anuncia el cambio de hora, en los medios y las redes sociales brotan argumentos de lo más variados: que el horario de verano es mejor porque tiene una hora más de luz en la tarde, que es peor porque tiene una hora menos de luz en la mañana, que aumenta o reduce la delincuencia, que afecta la productividad, que afecta la salud, que el veranismo, que el inviernismo, etc.
De acuerdo a un estudio encargado por el Ministerio de Energía el 2015, un 45,5% de la población apoyaba un horario único de verano, un 12% respaldaba un horario único de invierno y un 38,8% estaba a favor de un sistema mixto. Sin embargo, aunque eran minoría, el grupo en contra instaló «el tema del horario como un problema del país, hasta el punto de que en los medios de comunicación quedaron pocos defensores del horario de verano permanente».
¿Qué hay de cierto en todo esto? Para separar la paja del trigo, buscamos la información científica detrás de los efectos del cambio de hora.
Sin embargo, debemos adelantar <spoilers> que la respuesta no es contundente. Los factores que inciden en que el cambio de hora sea «bueno» o «malo» son muchísimos. Es posible que el cambio de hora afecte de manera negativa a unos factores y de manera positiva a otros, y decir con seguridad si el efecto total es bueno o malo depende de cuánto pesen en su balanza cada uno de estos factores. Además, mucha de la investigación está centrada en los efectos en un determinado país o región, pero no es evidente que sus conclusiones puedan aplicarse fácilmente a Chile </spoilers>.
De todas formas, expondremos sobre las investigaciones existente para que usted pueda formarse su propia opinión luego de leer los datos duros.
¿Más horas de luz?
Primero aclaremos una idea errónea al parecer muy extendida. El horario de invierno no «quita» ni «crea» horas de luz. De manera natural, debido a la inclinación del eje de rotación de la Tierra, durante los meses de invierno los días tienen una cantidad de horas de luz menor a la que tienen durante los meses de verano. Por lo tanto, la adopción de un distinto huso horario sólo puede «correr» las horas de luz para que aparezcan más temprano o más tarde, pero no alargarlas ni acortarlas de por sí.
¿Es Chile el peor país del mundo en términos de manejo de su huso horario? Eso es bastante discutible. A pesar de que, astronómicamente, nuestro huso es UTC-5 (teniendo una diferencia de entre una y dos horas entre los relojes y la posición del Sol), hay países que abarcan una mayor extensión longitudinal y que a veces tienen zonas horarias aún más «incorrectas» de acuerdo a la «hora solar». Por ejemplo, toda China tiene un solo huso horario, el que corresponde «naturalmente» a la ciudad de Beijing, ubicado en el extremo este de ese país. O sea, las ciudades ubicadas en el extremo oeste de China tienen una diferencia de luz cercana a las cinco horas con respecto a la hora solar. En esas regiones, el ocaso ocurre después de la medianoche (!).
Sunset toda la noche, perro.
Cambio de hora: Origins
Este asunto del cambio de hora nació como todas las modas pasajeras, igual que el fútbol circular y el reggaetón, como una idea loca sin mucha pretensión. La idea fue presentada en 1895 por George Vernon Hudson en Nueva Zelanda, a la Wellington Philosophical Society. En su paper, Hudson propuso adelantar la hora en octubre y atrasarla en marzo. La curiosidad: propuso que cada cambio fuera de ¡¡2 horas!! El primer lugar del globo (del disco, si usted ese terraplanista) en adoptar el cambio de horario fue lo que hoy se conoce como «Thunder Bay» en Ontario, Canadá, el 1º de julio de 1908. Otras ubicaciones en Canadá copiaron la idea en 1914.
Pero la primera vez que se decretó en forma oficial para todo un país fue en Alemania, en 1916 (Austria, como buen fan de Alemania, también adoptó la regla a la vez).
Acá se puede ver a Falco en video con iluminación natural debido al cambio de hora (?)
La historia de la hora oficial en Chile ha tenido varios cambios desde que en 1894 comenzó a operar la primera señal horaria en Valparaíso, la que estaba coordinada a 4 horas 46 minutos y 36 segundos menos respecto a la hora de Greenwich. En 1910 se adoptó el UTC-5, cambiando en 1918 a UTC-4.
El primer cambio de hora en Chile ocurrió el 1° de abril de 1928, volviendo al UTC-5 durante el invierno para regresar a UTC-4 el 1° de septiembre. En 1946, y debido a la incapacidad de las plantas de generación eléctrica de satisfacer las demandas de energía en la zona central, se dispuso el cambio para esta zona, quedando con el huso horario UTC-3 mientras que el resto del país permaneció en UTC-4, situación que sólo duró un año. En 1968 se decretó que la zona horaria para todo el país sería UTC-3, con el fin de establecer una hora de verano (hora económica), lo que fue descartado al siguiente año.
Estamos de acuerdo con el Profesor.
En 1970 se oficializó el UTC-4, comenzando con el cambio de hora de verano en octubre y terminando en marzo. Esto se mantuvo así (exceptuando algunas extensiones en las fechas del cambio) hasta el 2015, cuando se estableció la extensión del horario de verano hasta el 2017, aunque la medida fue retirada en marzo del 2016, restableciendo el horario de invierno.
¿Ahorro energético?
El estudio encargado por el Ministerio de Energía en Chile evaluó los beneficios de aumentar la duración o mantener durante todo el año el horario de verano, con el fin de determinar si existe alguna diferencia en el consumo de energía eléctrica entre los horarios de invierno y verano. Para esto, se analizaron los consumos horarios de alimentadores de zonas residenciales de las ciudades de Arica, Santiago, Concepción y Punta Arenas, y se realizó una estimación econométrica a partir de un modelo que explica el comportamiento del consumo eléctrico horario en dichos alimentadores (1). El estudio se basa en información de consumo horario durante los meses de abril y mayo de los años 2013, 2014 y 2015 (este último fue un año sin cambio horario).
A primera vista, la extensión del horario de verano implica un aumento en el consumo de los clientes residenciales durante el peak matutino (06:00 a 10:00 hrs.), pero que es compensado por la disminución en el consumo durante el peak vespertino (17:00 a 20:00 hrs.).
Obvio que las diferencias son mayores en Concepción, porque TODO es más extremo en Concepción [cita requerida]
El análisis indica que la extensión del horario de verano genera un ahorro en el consumo eléctrico de los clientes residenciales. Se observa que, en promedio, existe un ahorro de 0,88%, concentrándose los mayores ahorros en las zonas extremas del país.
Para realizar una estimación de los efectos a nivel nacional, se establecieron macrozonas que representan a las diferentes regiones. Así, se observa que el ahorro anual alcanza un 0,88%, lo que es equivalente a 103 GWh anuales, aproximadamente el consumo eléctrico de 43.000 viviendas en un año. El ahorro anual para el país es de 11.600 millones de pesos (16,5 millones de dólares) y $2.370 anuales para los clientes residenciales.
$2.370 alcanzan justo para un paquete de cinco minutos y un kilo de pan copihue en C O N C E. ¿Casualidad?
Si bien los resultados son claros, hay que destacar que existen ciertos problemas con las estimaciones realizadas, relacionadas principalmente con la calidad y desagregación de los datos utilizados, tanto respecto a la energía como a la temperatura. La idea es que con la información recabada estos años podamos mejorar los modelos y ajustar los resultados para tener una visión más exacta de los efectos del cambio de hora en el gasto energético del país.
¿Efectos en la salud?
Los cambios de hora pueden alterar el ritmo circadiano e influir en la duración y calidad del sueño. Estos efectos pueden durar por varios días posterior al cambio (2). Pero no sólo se ve alterado el sueño, también se ha reportado un aumento significativo en la incidencia de infarto agudo al miocardio los tres días siguientes al cambio de hora que ocurre durante la primavera, al comparar con la tasa de incidencia de las dos semanas previas y las dos semanas posterior (Razón de Tasa de Incidencia: 1.051 con IC95% 1.032-1.07). La explicación más plausible a esto sería por los efectos de la privación de sueño en la salud cardiovascular, tales como una predominante actividad del Sistema Nervioso Simpático y un incremento en los niveles de citoquinas (3).
Otro efecto negativo que ha sido reportado es el aumento de accidentes laborales o accidentes de mayor gravedad los días lunes posterior a los cambios de hora en los que se «pierde» una hora de sueño (4).
Lunes en las oficinas de Etilmercurio, descripción gráfica.
En relación a los accidentes de tránsito, se reporta un aumento en los accidentes fatales los días lunes posterior al cambio de hora que se realiza en primavera, y un aumento en los accidentes fatales los días domingo posterior al cambio de hora de otoño (aunque este último se especula que se debería a accidentes relacionados con conducción bajo efectos del alcohol o sueño, por el hecho de tener una hora más de «noche/carrete») (5).
Lo que queda claro, sin embargo, es que estos efectos en la salud son producidos por cambiar la hora, no por mantenerse en uno u otro huso horario determinado.
¿Y tú, Magallanes?
En el caso de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, existe un estudio hecho por la Universidad de Magallanes que buscó evaluar las consecuencias que el cambio de hora diferenciado traería a la región y que sirvió de base para tomar la decisión de mantener el huso horario de verano (GMT-3) este año. A nivel productivo, se determinó que durante el invierno el horario es un factor menor dentro de los sectores ganaderos y hortícolas, debido a otros factores más importantes como el clima. No obstante, mantener el horario de verano sería un factor beneficioso para el sector de la construcción, ya que se aprovecharían mejor las horas de luz.
En el caso energético, el estudio dice que el impacto bruto de ahorro de luz en la ciudad de Punta Arenas asociado al horario de invierno sería de sólo un 0,5%, que se considera como marginal. Se dice además que al volver al horario de verano los ahorros energéticos obtenidos durante el horario de la tarde se compensan con el sobreconsumo producido en las horas de la mañana, produciendo un ahorro mayor al que existe en invierno.
En temas relacionados a la sociedad como educación, salud, seguridad y calidad de vida se hace énfasis en que no hay mucha información que dé cuenta de la realidad de la región de Magallanes. Sin embargo, se presentan resultados preliminares de un estudio («Exposición a los cambios de luz estacionarios y sus efectos en la salud física y mental de una población magallánica») donde se estudió a 84 personas habitantes de Punta Arenas. Los sujetos de estudio mostraron «fuertes tendencias respecto a una disminución de la percepción de bienestar entre mayo y agosto», los meses afectados por el horario de invierno usual. En términos de delincuencia y seguridad, los datos existentes indican que el cambio de hora no incide mayormente en la frecuencia de delitos en espacios públicos.
¿Y entonces?
Teniendo suficiente información que nos permita concluir los beneficios de un horario sobre otro, podemos tomar la mejor decisión desde un punto de vista global, considerando efectos en la energía, salud, seguridad y calidad de vida de las personas. Sin embargo, hasta ahora contamos con una acotada evidencia, la que revela que mantener durante todo el año el horario de verano —sobre todo con husos diferentes asociados a distintas partes del país— presenta desafíos tecnológicos que son incómodos pero no totalmente irremediables, y resulta ventajoso en el largo plazo. Por lo tanto, y con la información que se tiene a día de hoy, todo parece apuntar a que la mejor opción es fijar un huso horario y no modificarlo según la temporada.
Referencias
1.
Verdejo H, Becker C, Echiburu D, Escudero W, Fucks E. Impact of daylight saving time on the Chilean residential consumption. Energy Policy. 2016;88:456–64.
2.
Kantermann T, Juda M, Merrow M, Roenneberg T. The Human Circadian Clock’s Seasonal Adjustment Is Disrupted by Daylight Saving Time. Current Biology. 20 de noviembre de 2007;17(22):1996–2000.
3.
Janszky I, Ljung R. Shifts to and from Daylight Saving Time and Incidence of Myocardial Infarction. New England Journal of Medicine. 30 de octubre de 2008;359(18):1966–8.
4.
Barnes CM, Wagner DT. Changing to daylight saving time cuts into sleep and increases workplace injuries. Journal of Applied Psychology. 2009;94(5):1305–17.
5.
Varughese null, Allen null. Fatal accidents following changes in daylight savings time: the American experience. Sleep Med. enero de 2001;2(1):31–6.