En algún rincón oscuro de una oficina gubernamental, podría escucharse algo como esto:
- Oye, ¿viste este proyecto?
- ¡Sí! Está interesante, pero el experimento dura 200 años. Otro botánico que cree que su "ciencia" vale algo.
- Listo, entonces queda APROBADO SIN FINANCIAMIENTO, pa que aprenda a no pedir cosas imposibles. ¿Qué se ha imaginado?
- ¡Pfff! botánicos.
*Cualquier parecido con la realidad -o con alguna agencia llamada ANID de por ahí- es mera coincidencia.
William James Beal y los dientes del choclo.
William James Beal (1833-1924) fue un botánico estadounidense, profesor de la Michigan State University (entonces Michigan Agricultural College), y curador de su museo. Sus investigaciones fueron principalmente en el campo agrícola, siendo para muchos el padre del maíz híbrido. “¿Que es eso del maíz híbrido?”, se preguntará usted. Se trata, ni más ni menos, que de ese choclo que comemos con mantequilla en los veranos. Resulta que las primeras variedades de maíz que se producían contaban con unas modestas 8 hileras de semillas (”dientes”).
Maíz primitivo de 8 hileras de semillas. (Imagen: 1911, Murray & Hayes; dominio público)
Entre las investigaciones que realizaba el equipo de Beal en el Michigan Agricultural College, a fines del siglo XIX, estaban los experimentos de fertilización cruzada e hibridación que buscaban aumentar la productividad de la planta de maíz. Estos experimentos llevaron a producir plantas más fuertes, resistentes y, sobre todo, con una mayor producción de semillas: unas majestuosas -y deliciosas- 24 hileras de “dientes”(1).
El que este señor haya logrado un resultado tan impresionante -y relevante- en un centro de investigación entonces muy modesto (al comienzo había tan pocos académicos que Beal, además de botánica, enseñaba historia e inglés)(2,3), solo aumentó su fama dentro del mundo de la agricultura estadounidense.
William J. Beal en clase. (Foto: Michigan State University; https://alumni.msu.edu/stay-informed/alumni-stories/what-william-james-beal-built)
El experimento más largo del mundo
En 1879, dentro de sus pruebas para determinar la tasa de sobrevivencia y la resistencia de las semillas, comenzó uno de los experimentos botánicos de mayor duración en la historia: llenó 20 botellas con arena y semillas, y las enterró. Cada botella contiene semillas de 21 especies consideradas malezas, como mostaza negra, amaranto o trébol blanco. Originalmente la idea era desenterrar una botella cada 5 años, sembrar las semillas y ver cuantas germinaban. Con esto podría tener una idea del tiempo que resistían almacenadas en condiciones de frío y oscuridad, considerando un plazo de hasta 100 años. Beal esperaba ayudar a los agricultores a saber cuanto tiempo seguirían germinando las semillas de las malezas presentes en los campos, hasta que dejaran de ser un problema para los sembradíos(3).
El Dr. Beal se retiró de la actividad académica en 1910, por lo que su plan siempre fue que quienes lo sucedieran en el cargo continuaran su experimento. Para esto dejó un mapa detallando donde están enterradas las botellas, e instrucciones precisas sobre como proceder con ellas. De haber seguido el plan original, el experimento debía terminar en 1997, pero la gente que vino después de él fue aumentando los tiempos de espera para abrir la siguiente botella: primero a 10, y luego a 20 años. Así, ahora se espera que el experimento termine en 2100.
Una de las botellitas de WJ (Foto: MSU; https://alumni.msu.edu/stay-informed/alumni-stories/what-william-james-beal-built)
Hoy en día los agricultores no necesitan la información que Beal pensaba en proveerles, pero el experimento podría tener utilidad en un campo de investigación relativamente nuevo y urgente: la restauración ecológica. Cuánto tiempo duran las semillas en un banco de semillas, qué condiciones requieren para mantener su viabilidad, y qué señales gatillan su germinación son datos que, aunque muy relevantes, se conocen muy poco para especies que son nativas o invasoras en determinados ecosistemas(4). En ese sentido, los datos de este experimento serán muy valiosos.
¿Cómo va el experimento? A causa de la pandemia, la botella que tocaba desenterrar en 2020 fue desenterrada en abril de 2021. Si bien en los primeros 20 años todas las especies mostraban buenas germinaciones, en el 2000, después de 120 años, solo una especie -Verbascum blattaria- seguía germinando (5). Los equipos de investigadores van añadiendo nuevos análisis y nuevas técnicas que pueden estimular la germinación (a fin de cuentas, cada 20 años siempre hay algo nuevo). De acuerdo a lo publicado por el profesor David Bryant Lowry en sus redes sociales, en la botella desenterrada en 2021 también germinaron semillas de Verbascum (6)
Resultados de la germinación de la última botella desenterrada. (Fotos: D.B. Lowry; https://twitter.com/DavidBLowry)
Mientras, el experimento toma tintes de algo misterioso y místico: un mapa que se pasa de generación en generación, una salida cada 20 años y siempre de noche (para evitar que el sol afecte a las botellas que seguirán enterradas). Algo así como una búsqueda del tesoro botánico. Si, puede sonar algo fome, pero jamás lo será para un botánico.
Un tesoro desenterrado (Foto: MSU/Derrick Turner)
Quedan 4 botellas. 80 años. Y el experimento seguramente seguirá siendo pasado de un investigador al siguiente, de una generación a otra. Es lo lindo de la ciencia cuando es colaborativa. Y, sobre todo, cuando entendemos que a veces nuestras preguntas no las vamos a responder nosotros, pero quedarán para guiar a los que vienen, cuando ya estemos bajo tierra. Tal como una semilla.
Referencias
1.
Beard, J. B., & Cookingham, P. O. (2007). William J. Beal-Pioneer Applied Botanical Scientist and Research Society Builder. Agronomy Journal, 99(4), 1180-1187. doi:10.2134/agronj2007.0011c
4.
Telewski F. W., & Zeevaart, J.A. (2002) The 120-yr period for Dr. Beal's seed viability experiment. American Journal of Botany 89(8), 1285-1288. doi: 10.3732/ajb.89.8.1285
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