A principios del 2021 el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) dijo que las empresas tenían «un serio problema de dotación de personal» porque, según él, la gente no quería trabajar «para no perder sus beneficios», por lo que preferían la informalidad (1). Los dichos causaron escándalo público, pero no es primera vez que algún representante del gremio empresarial realiza declaraciones en esta línea.
¿Por qué esta declaración resulta tan escandalosa para muchas personas? Reflexionemos un poco sobre la frase del presidente de la CPC. Tras ella, está la idea de que todas las personas son entes autónomos y libres de tomar las decisiones que mejor le convengan (por eso preferirían el trabajo informal al trabajo formal). Si todos y todas somos libres de elegir lo mejor para nuestra vida y somos los arquitectos de nuestro propio destino (¿alguien más pensó en que esta sería una buena frase para charla motivacional?), entonces las causas de la pobreza también serían individuales, ¿o no?
Margaret Thatcher dijo una vez que la pobreza es un defecto de personalidad, lo que vendría siendo una versión inglesa del tan chileno «el pobre es pobre porque es flojo». El historiador contemporáneo Rutger Bregman responde que la pobreza no es falta de carácter, sino falta de dinero.
Simple y sensato, ¿o no?
Hay mucha gente que trabaja remuneradamente en jornada completa y aún así vive en pobreza o en alta vulnerabilidad. Para ponerlo en contexto, solo uno de cada tres trabajadores en Chile gana más de $400.000 líquidos, aproximadamente lo mismo que cuesta solo el arriendo de un departamento de 45 m² en el centro de Santiago (eso sin contar servicios básicos y gastos comunes). ¿Cómo es posible que alguien que trabaje a jornada completa no genere suficiente dinero como para vivir?
Insistamos en este punto: hay personas (muchas) que, pese a que viven para trabajar (y no al revés), trabajando en jornada completa, usando todas sus capacidades, usando todas las herramientas que entrega el mercado, el Estado y la economía, viven en situación de pobreza o alta vulnerabilidad.
¿Cómo podría solucionarse esta situación usando las mismas herramientas que da el mercado y la economía? Trabajar en vez de dormir no parece ser una solución sensata para alguien que no sea un robot.
Una inyección de dinero para poder vivir
Una de las soluciones que se viene barajando desde hace décadas es la de permitir que las personas tengan un ingreso asegurado para su subsistencia, independientemente de sus estudios, de su comuna, de su apellido, su sexo, su género, ocupación o hobbies. Este ingreso asegurado suele ser llamado Ingreso Básico Universal.
Cada vez que se propone esta idea, saltan numerosas voces de alerta, preocupadas de lo que podría pasar si las personas tuviesen asegurado el dinero suficiente para subsistir: «Si le damos plata gratis a la gente, nadie va a trabajar».
¿Es esto efectivo? ¿Puede el ingreso básico universal arreglar el problema de trabajos que no permiten vivir o nos transformará en un país de flojos que preferimos no trabajar?
Iron Man: «Si el estado le da plata a la gente ya no estarán interesados en que les pague menos que el mínimo (más propinas) para construir armamento en Stark Industries. La gente es floja, no como yo que literalmente no hago ningún esfuerzo dentro de un exoesqueleto y que luego trabajo desde mi mansión moviendo un rato las manos en unos hologramas mientras me sirvo "una cosita". Debe ser un defecto de carácter de ellos. Por eso son pobres, porque son flojos».
*El Chapulín Colorado agarra con rabia su chipote chillón*
De qué hablamos cuando hablamos de un ingreso básico universal
A nivel mundial, existe una organización de académicas y académicos que estudian y promueven un ingreso básico universal. La Red Global de Ingreso Básico o «Basic Income Earth Network» (BIEN) define el ingreso básico universal como un pago periódico de dinero entregado de manera incondicional a todas las personas, sin pruebas o puntajes de por medio (nada parecido al bono de 500 lucas).
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De acuerdo a BIEN (no pun intended), las principales características del ingreso básico universal son:
1.
Periódico: se paga regularmente, en intervalos iguales (por ejemplo, cada 30 días).
2.
Pago en efectivo: se entrega dinero apto para su intercambio, de manera tal que quien lo recibe lo gaste en lo que estime conveniente. Por ende, no se paga en especies, ni en tickets, ni vales, ni cheques restorán, ni fichas de pulpería, ni vouchers, ni gift cards. Es plata de verdad en efectivo.
3.
Individual: se le entrega a la persona directamente, sin pasar por un equipo de grandes pensadores que decidan por las personas lo que deben hacer con su dinero. Sin orientadores, sin ingenieros comerciales, sin cartas de compromiso, nada.
4.
Universal: se le paga a todo el mundo, sin planilla Excel ni filtros de por medio. Sí, incluyendo a los más ricos. Sí, incluyendo a quien se les ocurra en este momento.
5.
Incondicional: se le paga sin requisitos, incluso si su situación laboral cambia. Incluso si se gana la lotería. Incluso si hace match con Melinda Gates en Tinder.
Renta básica de emergencia: el Covid-19 nos dejó sin salud y sin dinero
Todas y todos odiamos el Covid-19. Ya estamos chatos del Covid. No queremos más jugar a la pandemia. Pero, por más que lo deseemos, por más que soñemos con que el virus mute a buena persona, por más que despotriquemos contra la autoridad sanitaria o las personas que hacen fiesta el fin de semana, el peligro de contagio no va a desaparecer mágicamente. Todas las personas están en riesgo de contagiarse, enfermar gravemente y morir o quedar con secuelas.
Pero, ¿todas las personas están bajo el mismo riesgo de enfermarse?
En realidad, no.
No es lo mismo enfrentar la crisis sanitaria cuando podemos hacer teletrabajo, cuando nos obligan a trabajar presencialmente o cuando perdemos nuestro trabajo. Pero, ¿qué pasaría si todo el mundo, sin importar su situación actual, recibiera un ingreso que le permitiera quedarse en casa por lo que dure la pandemia?
La Fundación Sol realizó una investigacion para estimar la cobertura, monto y costo de una Renta Básica de Emergencia que logre entregar los ingresos suficientes para reducir la movilidad, contener la pandemia y promover una recuperación no precaria de la economía (2). Aunque esta propuesta no apunta a una renta básica universal, se trata de extenso y acucioso trabajo que permite estimar el ingreso mínimo que requiere un hogar para subsistir. En base a la encuesta de presupuestos familiares del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y del Registro Social de Hogares, la Fundación Sol estima que la renta básica de emergencia debería alcanzar los $537.323, pero que, dependiendo del tamaño del hogar, puede variar entre $360.000 y $1.000.000, con un promedio de ingreso por persona de $283.712. El costo mensual de esta política pública sería de aproximadamente US$6.433 millones.
¿Pero qué pasaría si tuviésemos un ingreso básico universal? ¿Funcionaría una cosa así en Chilito? ¿Estamos preparados como país para eso?
El caso emblemático de Dauphin, Canadá
Oh Canadá, la tierra donde la gente es amable... Excepto cuando se trata de hockey.
Hace varios años, en 1973 para mayor precisión, se implementó en la ciudad de Dauphin, Manitoba, un programa de renta básica llamado Mincome. Si bien Dauphin era —y continúa siendo— una ciudad pequeña y relativamente aislada, se utilizó como un piloto para probar el impacto del ingreso anual garantizado, con el objetivo de ver, entre otras cosas, si este tipo de programas generaba desincentivos para trabajar (en simple, si pasarle efectivo a la gente los convertía en flojos). El programa invirtió cerca de 83 millones de dólares (precio a 2017) para garantizar una renta básica para todos los habitantes que estaban bajo la línea de la pobreza (3, 4)
Como lo relata la investigación de Bregman (8), a todos los habitantes de Dauphin se les asignó una renta básica que garantizaba que nadie quedara por debajo del umbral de la pobreza. En la práctica, esto significó que el 30% de los habitantes de la población (cerca de 1.000 personas) recibieron cada mes un cheque en su buzón. El experimento duró 4 años, hasta que el cambio de gobierno cambió también las prioridades presupuestarias y todo el experimento, incluyendo la evaluación de impacto de la política pública, se fueron también a la basura.
Cualquier similitud con el proceso constituyente de Chile de 2016, que fue a parar a la basura con el cambio de gobierno, es mera coincidencia.
Sin embargo, los datos fueron redescubiertos décadas después por la académica Evelyn Forget, que publicó los resultados el año 2011. Luego de tres años de investigación, Forget identificó que el rendimiento escolar aumentó de forma sustancial, que el número total de horas trabajadas se redujo sólo un 1% entre los hombres, un 3% entre las mujeres casadas y un 5% entre las mujeres solteras, que las madres recientes usaron la ayuda en efectivo para tomarse varios meses de baja por maternidad y los estudiantes para prolongar su escolarización (5). Es decir, ninguno de los temores sobre gente abandonando sus trabajos o epidemia de flojera sucedió en la práctica.
Otro hallazgo interesante que realizó Forget es que las hospitalizaciones se redujeron hasta un 8,5% y que, transcurridos varios años desde el inicio del experimento, la violencia doméstica también disminuyó, así como los trastornos mentales (5).
El caso de Finlandia
Siempre que vemos ránkings sobre bienestar, educación o ingreso, Finlandia está entre los países menos desiguales, con mayor PIB per cápita, mejor calidad de vida y menor corrupción. Básicamente, todo lo que Chile no es. Miramos de reojo a la sociedad finlandesa como quienes nunca tienen un problema. Allá parece que todo funciona bien. Pero, créanlo o no, también hay desempleo en Finlandia.
A comienzos de 2017, el gobierno implementó el Experimento de Ingreso Básico, enfocado en mejorar el mercado del trabajo. Aunque este proyecto también contenía otro tipo de objetivos, tales como reducir la burocracia para obtener beneficios sociales, se observó que 2.000 personas desempleadas, de entre 25 y 58 años, recibieron un pago mensual de 560 euros. Este experimento se hizo a nivel nacional, con participantes que fueron seleccionados aleatoriamente. Los resultados preliminares mostraron que, durante el primer año, se percibió una mejora del bienestar pero sin producir efectos en el empleo. Esto significa que el grupo que recibió el beneficio no mostró ni mejores ni peores tasas de empleabilidad que el grupo de control. Además, quienes recibieron el beneficio reportaron menos síntomas de estrés, menos dificultades para concentrarse y menos problemas de salud que el grupo de control, así como más confianza en su futuro (4).
En palabras sencillas, el ingreso básico asegurado no los volvió ni más flojos ni más trabajadores, pero sí les mejoró la calidad de vida. Eso nos lleva a pensar que quizás un ingreso básico universal genere consecuencias positivas que van más allá del consumo de bienes y servicios. ¿Será posible?
¿Por qué por qué los ricos?
La pobreza es fundamentalmente una cuestión de falta de dinero en efectivo. No se trata de estupidez. No puedes levantarte por ti mismo si no tienes un punto de apoyo.
- Joseph Hanlon, economista
Entregar un ingreso básico universal puede parecer, para algunas personas, regalar dinero a quienes no son lo suficientemente inteligentes, esforzados o estrategas. Facilitarle la vida a la floja de la cigarra —que siempre toma malas decisiones— a costa de la trabajadora hormiga —que ahorra y ahorra para sobrevivir al invierno—.
¿Son las personas pobres personas que toman malas decisiones? Un reciente estudio realizado en la Universidad de California en conjunto con la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur, nos muestra que el poder, en especial el poder económico, aumenta la probabilidad de que las personas utilicen la «mentalidad de la elección» para explicar sus éxitos y los fracasos de otros (6). De acuerdo con las autoras, las personas en posición de poder tienen, en efecto, más opciones y oportunidades que aquellas personas con menos poder, pero su investigación sugiere que aquellas personas que sí tienen más poder generalizan el sentido de la libre elección de otros, por lo tanto ven que todo el mundo tiene múltiples oportunidades, sin importar el verdadero contexto de esas personas (7).
En resumen: quienes tienen más poder, creen que todo el resto tiene las mismas oportunidades y opciones que ellos. Y, por supuesto, mientras más pobre es una persona, tendrá menos oportunidades y menos control sobre su propia vida.
¿Por qué esto es relevante? Volviendo al tema inicial, las personas que ocupan posiciones de privilegio en la sociedad, es decir, aquellas que tienen la capacidad de tomar decisiones, tendrían menos empatía y capacidad de entender las realidades contextuales que llevan a una persona a tener menos dinero. Para ellos y ellas, dar dinero a cambio de nada suena como una pésima idea. Sin embargo, Bregman (8) realiza una revisión exhaustiva de las investigaciones a la fecha y se encuentra con una conclusión reveladora: el dinero gratis funciona.
El desembolso económico incondicional se encontraría asociado a la reducción de la delincuencia, de la mortalidad infantil, de la desnutrición, del embarazo adolescente y del absentismo escolar, así como a mejoras en el rendimiento académico, en el crecimiento económico y la igualdad entre sexos.
Un grupo de investigación de la Universidad de Manchester resumen los beneficios de este tipo de programas en cuatro puntos:
1.
Las familias dan un buen uso al dinero.
2.
La pobreza se reduce.
3.
Se producen diversos beneficios de larga duración en ingresos, salud e impuestos.
4.
Estos programas son menos costosos que las alternativas.
Cuando las personas viven en la pobreza o incluso por sobre la línea de la pobreza pero en constante vulnerabilidad, las personas deben tomar decisiones de corto plazo que les permitan sobrevivir, según la revisión de literatura que realiza Bregman. Entonces, la escasez hace que las carencias inmediatas monopolicen la preocupación de las personas: qué cuenta pagar, cómo hacer rendir la plata para el almuerzo o si es mejor despertar a tu hije para que vaya a clases o dejarlo dormir para que no le dé hambre. En consecuencia, la perspectiva a largo plazo desaparece. Pierdes la capacidad de centrarte en otras cosas que también son importantes. En escasez, las personas no pueden tomar buenas decisiones a largo plazo porque están demasiado preocupadas por sobrevivir.
La escasez afecta la mente. Las personas actúan de manera diferente cuando perciben que algo escasea. Las personas que experimentan sensación de escasez son hábiles gestionando los problemas a corto plazo. La gente pobre tiene una habilidad increíble —a corto plazo— para llegar a fin de mes, pero esta escasez les limita las posibilidades de pensar a largo plazo.
Uno de los beneficios de una renta básica universal, apunta Bregman, es que liberaría a las personas pobres de la trampa de las ayudas sociales y las alentaría a buscar un trabajo remunerado con auténticas oportunidades de crecimiento y progreso. Es decir, no tomarían el primer trabajo que encuentren, sino que podrían buscar un mejor trabajo, acorde a sus capacidades y con un salario acorde. Y como la renta básica sería incondicional y no se retiraría ni se reduciría en caso de obtener empleo remunerado, las circunstancias de los beneficiarios solo podrían mejorar.
Win-Win.
¿Cuándo llega mi cheque?
Gracias a las decenas de experimentos en todo el mundo, resulta bastante claro que entregar «dinero gratis» permite acabar con la pobreza, catapultar a las personas para plantearse objetivos de mediano y largo plazo, mejorar su salud, cercenar los gastos en intermediarios (programas de ayuda, guía, caridad, etc.). De hecho, el ingreso básico universal, en general, «se paga solo» por su efecto en la economía y el casi nulo efecto en la disminución de la fuerza de trabajo. Sin embargo, aún falta lo más importante: implantarlo como política pública más que como otro experimento.
Sin duda alguna, quien levantara esa bandera y llevara a cabo su aplicación cambiaría al país para siempre, con una medida que gozaría con una base de apoyo tremenda. La única subdivisión política del mundo que tiene algo así es (no lo van a creer) Estados Unidos. Para ser más precisos, el estado de Alaska, donde existe una renta básica universal, financiada con impuestos a los ingresos del petróleo. El apoyo a esta medida, adivinarán, es casi unánime y cualquier político que la cuestionara aseguraría instantáneamente su irrelevancia política hasta el fin de los tiempos. Porque aparte de todo, Alaska es el Estado menos desigual de todos los Estados Unidos de Norteamérica. (9)
Vivimos tiempos de cambio. El fin de la historia no fue tal (¡en tu cara, Francis Fukuyama!) y, para colmo, una pandemia como no se había visto hace 100 años ha destacado hasta la fosforescencia las fallas del sistema político y económico de cada país, haciendo más pobres a los pobres y más ricos a los ricos.
Tal vez sea el momento de dejar de hacer (y repetir) las cosas que sabemos que no funcionan, y acabar con la pobreza usando la más simple (y mejor estudiada) de las estrategias: entregando dinero incondicionalmente.
Referencias
1.
Cooperativa.cl. Juan Sutil: «La gente no quiere perder sus beneficios al trabajar formalmente y prefiere la informalidad». Cooperativa.cl [Internet]. 8 de enero de 2021 [citado 23 de mayo de 2021]; Disponible en: https://cooperativa.cl/noticias/economia/empresas/juan-sutil-la-gente-no-quiere-perder-sus-beneficios-al-trabajar/2021-01-08/084301.html
2.
Kremerman M, Sáez B. Renta Básica de Emergencia (RBE). Universalidad y suficiencia para una reactivación no precaria. Ideas de Buen Vivir [Internet]. mayo de 2021;(18). Disponible en: https://fundacionsol.cl/blog/estudios-2/post/renta-basica-de-emergencia-rbe-6751
3.
Cabaña G, Rosales J. Casos y evidencia para pensar un Ingreso Básico Universal. Ciper [Internet]. 26 de abril de 2020; Disponible en: https://www.ciperchile.cl/2020/04/26/casos-y-evidencia-para-pensar-un-ingreso-basico-universal/
4.
Weidenslaufer C, Álvarez P. Renta Básica Universal. Antecedentes doctrinarios y experiencia extranjera [Internet]. Biblioteca del Congreso Nacional | Asesoría Técnica Parlamentaria; 2019. Disponible en: https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/27598/2/BCN_Renta_universal__3_.pdf
5.
Forget EL. The Town with No Poverty: The Health Effects of a Canadian Guaranteed Annual Income Field Experiment. Canadian Public Policy. septiembre de 2011;37(3):283-305.
6.
Yin Y, Savani K, Smith PK. Power Increases Perceptions of Others’ Choices, Leading People to Blame Others More. Social Psychological and Personality Science. 13 de mayo de 2021. Disponible en: http://journals.sagepub.com/doi/10.1177/19485506211016140
7.
Rozsa M. Rich people actually do have trouble understanding what it’s like to be poor. Salon.com [Internet]. 18 de mayo de 2021; Disponible en: https://www.salon.com/2021/05/18/rich-people-actually-do-have-trouble-understanding-what-its-like-to-be-poor/
8.
Bregman R, Guerrero J. Utopía para realistas: [a favor de la renta básica universal, la semana laboral de 15 horas y un mundo sin fronteras. 2017.
9.
Goldsmith S. The Alaska Permanent Fund Dividend: An Experiment in Wealth Distribution. En: BIEN Basic Income European Network 9th International Congress [Internet]. Génova: BIEN; 2002. p. 22. Disponible en: https://basicincome.org/bien/pdf/2002Goldsmith.pdf
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